Me cuesta escribir sobre
política, me cuestiono por qué debería hacer público mi voto o por qué debería
sacrificar tiempo de estar con mi familia por salir a votar el próximo domingo.
¿Por qué gastar energía y tiempo en una clase dominante que no ha hecho más que
burlarse de nosotros? ¿Por qué enfrascarme en discusiones por unos tipos y
tipas que van en búsqueda de su interés personal? Veo Twitter y me aburren esas
peleas de petristas y antipetristas, donde muchos defienden a Gustavo Petro
como si fuera un mesías, y me dan ganas de recordarles que su mesías votó por
Alejandro Ordóñez a cambio de puestos en la Procuraduría. Ahora Petro se vende
como ecologista, pero no tuvo ningún problema en mover sus influencias como
alcalde para que le dieran a su cuñado una licencia de construcción en La
Conejera (el Petro dogmático que muchos temen, en realidad es otro político que
se alimenta de prácticas clientelistas). Luego paso el “newsfeed” y me
encuentro con la publicidad de German Vergas Lleras, y me repugna ver un tipo
que se pavonea de estadista en Bogotá, pero se alía con políticos mafiosos en
la provincia (aliados que tienen un prontuario más amplio que sus logros
políticos). Veo a Duque repitiendo “Mano firme, corazón grande”, y jugando
espejito con Álvaro Uribe, y es inevitable sentir fastidio por un político
mitad rémora mitad títere. Mientras ellos se burlan de nosotros, nosotros nos
peleamos, pensando que ellos son distintos cuando en verdad son tan parecidos: ególatras,
dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de saborear las mieles del poder.
Pero no involucrarse puede ser
más costoso, no votar en el Congreso implica que aquellos políticos que compran
votos, y aceitan maquinarias van a tener más fácil su acceso al poder
legislativo. Si los apáticos le pararan más bolas al Congreso tendríamos más
Robledos (Jorge & Angela), Lozanos, Sudarskys, Navarros, y menos Musas y
Ñoños. Es decir, tendríamos un Congreso que controla y legisla, que debate y
cuestiona para mejorar las iniciativas de ley, y no unos simples notarios que
pasan los proyectos del presidente de turno, sin siquiera leerlos, a cambio de
favores políticos pagados con partidas presupuestales y privilegios
burocráticos. Aunque entiendo el desdén por la política (yo también lo siento),
me preocupa ver a muchas personas de mi círculo no tener idea por quién votar a
pocos días de las elecciones de Congreso. Si las personas educadas desconocen
esto, ¿qué podemos pedirles a los sectores populares? Si el congreso no cambia,
el país tampoco lo hará.
Esa apatía es la que me motiva a
exponer mis votos, a ver si en algo puede ayudar el puñado de lectores que
tiene este blog:
Por el Senado votaré por Antanas
Mockus (Partido Verde #1), su discurso a pesar de ser repetitivo sigue siendo vigente.
En un país violento y ladrón, necesitamos que un referente nos repita sin parar:
“La vida es sagrada, los recursos públicos son sagrados”. Mockus es garantía de
lucha contra “El Todo Vale”, su voto en el Congreso no se vende, se consigue
con argumentos. Él es un referente de la lucha contra el clientelismo, como
alcalde tuvo la capacidad de manejar un Concejo hambriento de burocracia, y
pudo pasar sus proyectos a punta de argumentos buscando el bien común. A Mockus
le cuestiono haber dicho que “Santos ha sido buen presidente”, pero él es
humano, y por ende, en algo puede pifiarse.
Por la Cámara de Representantes votaré
por Sergio Fernández (Polo # 102), joven de la línea de Jorge Robledo. De la
mano del buen concejal Manuel Sarmiento, con argumentos ha desenmascarado el
gobierno inepto y arrogante de Peñalosa (por quién voté, elección de la que me arrepiento todos
los días). Fernández, como su mentor Robledo, son
garantía de debates serios y argumentados. Se puede no estar de acuerdo con
Jorge Robledo, pero hay que reconocerle su disciplina y ética como congresista,
condiciones que seguirán vigentes en Fernández. (Pensé en votar por Juanita Goebertus o
Katherine Miranda, pero no puedo darle mi voto a Inti Asprilla quien encabeza
la lista a la Cámara por el Partido Verde, pues a este tipo le gana la vanidad,
y en sus intervenciones parece más un protagonista de novela que un político serio).
Voto por Mockus y por Fernández
con la tranquilidad que al menos ellos dos no se burlarán de nosotros. Los
invito a votar y así mitigar la presencia de clientelistas burlones en el
congreso.
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